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Las medidas de prevención actuales y la vacuna, serán clave el próximo año para disminuir los casos de COVID-19

El Infectólogo y Jefe del Departamento de Clínicas del Centro Universitario de los Altos, Jaime Briseño Ramírez, hizo un recuento de todo lo que hemos aprendido desde hace un año que inició la pandemia por COVID-19.

 

A lo largo de estos meses de la enfermedad, las investigaciones y sobre todo, la experiencia clínica, ha ayudado a conocer más sobre el SARS-CoV-2 y sus efectos en los seres humanos, tal es el caso de la llamada “inmunidad de rebaño”, que es la protección indirecta de las personas susceptibles contra la infección cuando una porción suficiente de la población es inmune, por ejemplo, una persona puede llegar a contagiar a otros 4, pero si uno de ellos es inmune al virus porque anteriormente ya lo obtuvo o por haberse vacunado, entonces puede cortar el contagio.

 

Sin embargo, “pensar en que gran parte de la población se infecte, podría provocar un alto número de muertes, además que aún se desconoce el tiempo de inmunidad que tiene una persona después de haberse contagiado, por eso, lo ideal es obtener la inmunidad aplicando la vacuna”, comentó Jaime Briseño.

 

Entre los puntos básicos y que no debemos olvidar y seguir cuidando es que la transmisión se ha determinado que sea por contacto cercano, esto es, ocurre dentro de 2 metros y dura más de 15 minutos y sin la presencia de un cubrebocas; incluso últimamente se ha comprobado que la transmisión sigue latente hasta los 5 metros de distancia, también es importante recordar que los espacios cerrados concurridos y la duración de la exposición, facilitan la transmisión del virus, por eso es importante el uso generalizado del cubrebocas en todo momento.

 

En lugares abiertos, aunque en menor medida, también puede darse el contagio, pero por eso se recomienda mantener la distancia de dos o más metros, y recordar que el uso de la máscara facial, debe cubrir también las fosas nasales, su uso reduce hasta un 85% la probabilidad de infectarse.

 

Es importante recordar que hay personas portadoras del virus y están en un periodo asintomático, “se ha visto que la transmisión puede realizarse incluso 2 días antes de los síntomas y en los primeros cinco días posteriores es cuando hay la mayor cantidad de carga viral”, explica Briseño Ramírez.

 

Durante la pandemia, el diagnóstico también ha cambiado, además de los síntomas como fiebre, y tos, el paciente puede tener debilidad, dolor de cabeza, dolor de garganta, anorexia, náuseas, vómitos, diarrea, estado mental alterado, así como alteraciones del olfato y gusto; pero también se debe considerar el riesgo trabajar en un área con alto riesgo de transmisión, viajar a un área con transmisión comunitaria o trabajar en un entorno sanitario y por supuesto que también contar con alguna enfermedad crónica. 

 

En lo correspondiente al personal sanitario que cuida a pacientes con sospecha o con diagnóstico de COVID-19, deben utilizar material quirúrgico, así como cubrebocas N95 reprocesado, pero si realizan procesos de intubación, deben portar careta, así como guantes, bata y protección ocular.

 

En tiempos de postpandemia, se proyecta que sea una epidemia constante de por lo menos dos o tres años o que existan rebrotes de al menos dos años, y en los países como México puede haber un pico inicial entre mayo y junio y en este tiempo de invierno se tenga un nuevo pico, pero esperando tener una vacuna en el primer trimestre del año, se espera que se tengan rebrotes aislados en el periodo invernal.

 

Durante la sesión de preguntas, Briseño Ramírez explicó que "la vacuna será uno de los pilares, en conjunto con el distanciamiento físico, el lavado de manos y el uso de cubrebocas, para poder regresar".

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Tepatitlán de Morelos, Jalisco

08 de diciembre de 2020

Texto: Martha González