Debido al conocimiento que hay de la enfermedad, el COVID-19 puede convertirse en una enfermedad endémica

El Infectólogo y Jefe del Departamento de Clínicas del Centro Universitario de los Altos, Jaime Briseño Ramírez, hizo un recuento de cómo ha sido el desarrollo del COVID-19 a lo largo de dos años, desde que inició la pandemia y bajo esta premisa, responder a la pregunta ¿nos acercamos al fin de la pandemia?

En palabras de Jaime Briseño, no hay quien a ciencia cierta pueda confirmar lo que pasará, pero se contemplan dos escenarios posibles, el primero sobre la transición a la endemicidad y la segunda a una pandemia prolongada.

En el primer escenario, se contempla que las variantes más leves se propaguen a nivel mundial, superando a la variante Delta más virulienta, pero más leve y aumentaría la inmunidad de la población, además de que las vacunas y la terapia siguen siendo efectivas; sin duda el COVID-19 será tratado como otras endémicas con refuerzos anuales o bianuales.

En el segundo escenario, las nuevas variantes evaden la respuesta inmune de las oleadas y vacunas anteriores, lo que provoca riesgos para la salud a largo plazo en personas infectadas; además las variantes evaden las vacunas y hace que la terapia sea en gran medida ineficaz, lo que requiere nuevas formulaciones; así como un aumento de la inequidad de las vacunas a nivel mundial y probabilidad de nueva variantes más peligrosas que mutan en áreas de baja inmunidad y alto compromiso inmunológico.

“Estamos pasando por un periodo que pareciera inactivo, pero la realidad es que sigue siendo alto el número de infectados, los impactos de la transmisión futura del SARS-COV-2 en la salud posiblemente serán menores debido a la amplia exposición previa al virus, vacunas que ya están adaptadas a nuevos antígenos o variantes, así como el advenimiento de antivirales con eficacia en reducir evolución a enfermedad severa, por lo tanto el COVID-19 se convertirá en otra enfermedad recurrente que los sistemas de salud y las sociedades debemos gestionar”.

Además, el Infectólogo reiteró que uno de los puntos a favor es que los pacientes vulnerables pueden protegerse a sí mismos durante olas futuras con el uso de máscaras de alta calidad, el distanciamiento físico y una ventilación eficiente.

Evolución del COVID-19

Por falta de evidencia del SARS-COV-2 en el Instituto de Virología de Wuhan antes de la pandemia, se descartó la sospecha de que el origen de la enfermedad había sido en el Instituto, por otra parte, al investigar y mapear el Mercado de Wuhan, en diciembre de 2019 se presentaron 164 casos: 156 vinculados al mercado y vecindarios aledaños y en enero 2020 se presentaron 737 casos; además se realizaron mapeos de las muestras ambientales positivas y se agruparon en el área donde vendían animales vivos, por lo que los patrones de diseminación señalan al mercado de Wuhan como origen del brote.

Con el paso de la pandemia, el SARS-COV-2 comenzó a tener mutaciones que “pueden modificar la transmisibilidad, severidad de la infección, eficacia de su detección, tratamiento o respuesta a la vacunación”, explicó Briseño Ramírez.

Por su parte, la variante Delta, se propagó rápidamente, se determinó que fue aproximadamente 60% más transmisible que Alpha, además de varias veces más infecciosa que las primeras cepas circulantes del SARS-COV-2, además de que se multiplicaba más rápido y a niveles más altos en las vías respiratorias de las personas infectadas, lo que podría superar las respuestas inmunitarias iniciales contra el virus.

Por otra parte Omicrón “no existe una ruta de transmisión clara que vincule Omicrón con sus predecesores, la variante presentó una variedad inusual de mutaciones, evolucionó completamente fuera de un sistema de vigilancia epidemiológica molecular”; Omicrón se ha considerado el genoma más loco ya que mientras que una variante entre 10 o 12 mutaciones, esta variante tenía más de 30; agregó Jaime Briseño.

Atentamente
“Piensa y Trabaja”
Tepatitlán de Morelos, Jalisco.
02 de marzo del 2022
Texto y fotografías: Martha González