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Convención de Viena, un tratado vigente y de inspiración para futuros acuerdos.

  • 06 Dic 2024
  • 06 Dic 2024

El debate sobre la vigencia y funcionalidad de la Convención de Viena sobre relaciones diplomáticas se presenta como un tema crucial en el marco de FIL Pensamiento.
Diversos expertos se han pronunciado sobre cómo la diplomacia puede seguir desempeñando un papel central, especialmente cuando la geopolítica parece complicarse y las tensiones internacionales aumentan.
 
Miguel Díaz Reynoso señala que la diplomacia es esencial en tiempos difíciles y complejos. En un mundo cada vez más dividido, donde los conflictos se agravan, será necesario recurrir a la diplomacia como un mecanismo para resolver disputas y preservar la paz. La Convención de Viena, que regula las relaciones diplomáticas entre los estados, sigue siendo un pilar fundamental, especialmente porque establece un marco jurídico claro sobre las reglas de la diplomacia. Sin embargo, su futuro depende de cómo los países mantengan su compromiso con los principios del derecho internacional.
 
En este sentido, la globalización juega un papel importante. Este proceso ha permitido establecer estándares jurídicos universales que son compartidos por la humanidad. La globalización no distingue nacionalidades, sino que promueve la dignidad humana y los derechos fundamentales, principios que se encuentran en el corazón de la Convención de Viena. Para muchos, la capacidad de vivir con dignidad y acceder a la justicia son derechos que deben prevalecer independientemente del lugar de origen o el contexto político.
 
Iliana, otra experta en diplomacia, define esta actividad como una habilidad crucial para resolver conflictos. La diplomacia es, según ella, el arte de encontrar las palabras adecuadas para mediar entre diferentes puntos de vista y promover la resolución pacífica de disputas. Se basa en la aplicación de inteligencia y tácticas sutiles para manejar los asuntos internacionales y de gobierno. En la diplomacia, los estados pueden ejercer tanto poder duro (a través de la fuerza militar) como poder suave (como la promoción de la cultura, la gastronomía y otras influencias no coercitivas). Estas herramientas permiten a los estados navegar por el complejo escenario geopolítico.
 
Uno de los mayores logros de la Convención de Viena es su capacidad para unir a 193 estados en un acuerdo común. Miguel Ángel Reyes destaca que este tratado tiene una universalidad apabullante, ya que cuenta con un alto índice de cumplimiento entre los países signatarios. La principal motivación para seguir los lineamientos establecidos es el principio de reciprocidad: si un país viola las disposiciones de la convención, podría sufrir las mismas consecuencias en su propia embajada, lo que genera un incentivo para respetar las normas.
 
Un aspecto particularmente significativo de la Convención de Viena es la inviolabilidad de los agentes diplomáticos en tránsito. Este principio establece que ningún país puede atentar contra la dignidad o seguridad de un diplomático, garantizando su protección mientras realiza funciones oficiales en el extranjero. Este principio ha evolucionado a lo largo del tiempo y se interpreta de manera más flexible, permitiendo que se impidan acciones que puedan dañar al diplomático y a su misión.
 
Sin embargo, en tiempos de creciente polarización, los desafíos no solo son geopolíticos, sino también sociales y económicos. Ernesto Villanueva señala que la polarización está profundamente ligada a desigualdades económicas y sociales, como las brechas salariales que se han ampliado en muchos países. La polarización, alimentada por estas desigualdades, puede generar tensiones dentro de los estados y entre ellos. Una forma de mitigar estos efectos es a través de la educación, fomentando el pensamiento crítico y promoviendo el diálogo con aquellos que piensan de manera diferente. La diplomacia, en este sentido, tiene un papel crucial en la creación de puentes y en la promoción del entendimiento mutuo.
 
A nivel discursivo, la polarización también se refleja en el lenguaje utilizado en los debates internacionales. Cada vez más, los adjetivos calificativos se han vuelto más extremistas, lo que contribuye a la radicalización de las posturas. Según algunos expertos, esta tendencia debería ser la excepción, no la norma. La diplomacia, como práctica basada en el respeto y la racionalidad, debe trabajar para transformar estos discursos y fomentar un enfoque más conciliador.
 
Por último, el desarrollo de los algoritmos y las plataformas digitales también ha tenido un impacto en la polarización. Las redes sociales, por ejemplo, a menudo amplifican los puntos de vista extremos, contribuyendo a la creación de "burbujas" informativas. Se ha propuesto la necesidad de realizar reformas en los algoritmos que gobiernan estas plataformas para evitar que sigan promoviendo la polarización y en su lugar fomentar un intercambio más equilibrado y constructivo de ideas.
 
la diplomacia enfrenta un futuro incierto, donde las crisis globales, la migración, el ciberespacio y las crisis sanitarias desafían su funcionamiento tradicional. Para abordar estos retos, se requieren nuevos enfoques y una mayor adaptabilidad de las instituciones diplomáticas. La Convención de Viena debe seguir siendo un instrumento vital, pero su eficacia dependerá de su capacidad para ajustarse a un mundo en constante cambio. La colaboración entre gobiernos, diplomáticos y la sociedad será clave para enfrentar los desafíos del futuro.
 
Atentamente
“Piensa y Trabaja”
“30 Años de la Autonomía de la Universidad de Guadalajara y de su organización en Red”
Guadalajara, Jalisco, 8 de diciembre de 2024
 
Texto: Aida Vargas
Fotografía: Luez Elena Contreras